Doña Manolita, toda una institución en ilusión
Poco antes de que las luces empiecen a brillar, cuando ya se está iniciando a guardar la ropa de verano, muchos ya empiezan a soñar con las siguientes vacaciones largas, – largas para los más pequeños -: la Navidad.
Madrid se transforma, su población crece, la Plaza Mayor alberga los puestecillos característicos de estas fechas, mitad figuras del Belén y bolas del árbol, mitad artículos de broma para que los Santos Inocentes no pillen desprevenida a ninguna familia. Jabones que ensucian, huevos que no están duros, sino durísimos, las clásicas bombas fétidas…y luego caretas de políticos, sombreros de pollo, de árbol, de Papá Noel atrapado en la chimenea…Todo es un ambiente festivo que huele a infancia y que transporta a las Navidades de antaño a los adultos.
Pero, si se viene de Gran Vía, antes de llegar a Sol, hay algo que llama poderosamente la atención y es fruto de fotos, selfies y peregrinación desde todos los rincones de España: La Administración de Doña Manolita que, prácticamente, cada año regala premios.
Manolita fue una visionaria y desde que abriera su primera administración en la calle San Bernardo en 1904, supo atraer la suerte. Primero porque, se cuenta, que su simpatía conquistó enseguida a mucha gente, sobre todo a estudiantes. También se cuenta que se llevó unos décimos al Pilar y que los pasó por el manto de la Virgen y que por eso empezaron a tocar los premios.
Pues no se sabe. Pero la realidad es que Doña Manolita, – la Administración, porque ella falleció en 1951 -, sigue repartiendo premios e ilusión desde entonces. Ahora ya en la calle Preciados, muy cerca de Sol y con tiempos de espera estimados de hasta dos horas.
Y un detalle importante para los que esperan: una buena idea es llamar por teléfono para asegurase de que está el número que buscáis y no hacéis cola en vano.
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