El Jardín Botánico, más colorido que nunca
A finales de mayo, en cuanto Madrid consiguió pasar a la fase 1 de la desescalada, los jardines y parques empezaron a desperezarse. Tocaba su turno tras tanto tiempo en asfalto, con miradas cabizbajas y expresiones extrañas detrás de mascarillas que miraban al suelo.
La apertura del Jardín Botánico ha sido una de las que ha causado mayores alegrías. En realidad, está muy próximo al Retiro, pero en ningún caso se ve eclipsado por este y para los habitantes de la ciudad, no pasa desapercibido.
Caminar desde Atocha dando un paseo, subir la cuesta Moyano y contemplar las casetas de los libreros que ahí siguen, a pesar del tiempo, la tecnología o la epidemia de falta de lectura que alguna vez se ha adueñado de la sociedad. Ir al Jardín Botánico siempre ha sido un placer y más en los tiempos que está viviendo la ciudad y todo el país.
El Jardín Botánico nació con Felipe II, en 1755, ubicado a las orillas del Manzanares albergando hasta 2000 plantas. Luego fue Carlos III, el rey que transformó tanto la ciudad de Madrid y del que algún día hablaremos, quien lo trasladó a la ubicación que tiene actualmente y que acerca la naturaleza a la ciudad.
En 1939 el Real Jardín Botánico pasa a ser el Consejo Superior de Investigaciones y se va transformando en lo que es hoy en día, contando con más de 5.000 especies y largos jardines y paseos, tanto al aire libre como invernaderos. Y no sólo. Los jardines también albergan multitud de actividades educativas y encuentros en torno a la naturaleza, el medio ambiente y la sostenibilidad.
Aunque ha reducido sus horarios y su aforo, sigue siendo un lugar idílico al que ir a pasear y desconectar admirando la belleza y observando el maravilloso espectáculo de la naturaleza bajo un cielo soleado de Madrid.
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