El Retiro y sus encantos gastronómicos
Pasear por el pulmón de la ciudad es casi una cita obligada para visitantes y residentes de Madrid, al menos una vez por semana. Entrar por la puerta del Ángel Caído, tras atravesar la cuesta de Moyano, admirar la belleza primaveral de la Rosaleda o respirar junto al lago y sus músicos callejeros.
Escorándonos hacia la avenida Menéndez Pelayo, accederemos a una red de calles con mucha animación para el tapeo, el cerveceo o comer de mantel y carta, si esa es nuestra intención. En las calles perpendiculares, Ibiza y Sainz de Baranda. La taberna Laredo (Doctor Castelo, 30) es una de las más concurridas y apreciadas en el barrio, con una de las barras más apreciados de la capital, según los entendidos. Delicias como mejillones con mojo, mollejas y croquetas para chuparse los dedos. Buen ambiente y buen servicio, aunque los precios tienen fama de elevados.
La Castela sería un poco la otra cara de la moneda, en cuanto a reputación, aunque es bastante bulliciosa y los fines de semana se puede poner un poco complicada. Buenas y generosas raciones, variedad en mariscos. Recomiendan las clochinas, unos mejillones de roca muy sabrosos. Consejo: ir entre semana. Cerquita de taberna Laredo, en el 22 de Doctor Castelo.
Y, sin salir de esa cuadrícula, no podía faltar La Catapa (c/ Menorca, 14), que se parece a la anterior lo ruidoso y concurrido, aunque es parte del ambiente. Otra de esas barras que dan gusto solo de verlas, ideales para cenar de pie y de modo informal. Apuestas seguras: la tortilla de patata y su ensaladilla rusa.
Más cerca de la Puerta de Alcalá, la calle Villalar se ha convertido, como Ponzano, en uno de esos lugares que concitan un buen número de apuestas hosteleras interesantes. Como Il Tavolo Verde, un agradable local que es también tienda de antigüedades, ideal para un café, una tarta o un plato de comida ecológica.
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