José Zorrilla y Don Juan Tenorio, protagonistas cada año
La tradición de Halloween, aunque no sea de origen español, ya se ha asumido como tal. Cada 31 de octubre todos los niños, – y los no tan niños – van disfrazados e incluso se suman a esa corriente del truco o trato.
Es el preludio del 1 de noviembre, la otra cara de la moneda, cuando una España más conservadora o, por lo menos, más mayor, aprovecha a visitar la tumba de los que faltan. Los cementerios se llenan de puestos de flores y hasta se podría decir que resulta bonito, entre la nostalgia y la tristeza.
Pero hay otra tradición más cultural en esos días y es la representación de Don Juan Tenorio, del dramaturgo vallisoletano José Zorrilla. Resulta curioso que esta obra esté presente en los teatros cada año en las fechas próximas al 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre, por delante o por detrás.
Don Juan Tenorio, inspirado en personajes de la obra de Tirso de Molina, el Burlador de Sevilla, está ambientado en la capital hispalense y trata temas de amor y muerte que pueden casar perfectamente con esos primeros días de noviembre, sobre todo, porque el acto final está recreado en el día de todos los santos y difuntos. Dicen que es por eso por lo que se representa cada año en muchas ciudades de España, tanto la obra original como adaptaciones que se han ido haciendo.
No obstante, con independencia de esta obra, José Zorrilla dejó también sus huellas en la ciudad de Madrid, donde vivió varios años, habiéndose trasladado con toda su familia con sólo 9.
Tras vivir en París, Londres y un poco en México, Madrid sería una ciudad a la que el dramaturgo siempre volvería. De hecho, fue allí donde murió y donde se puede ver la placa conmemorativa de la que fue su casa en los últimos días, en la calle Santa Teresa en el Barrio de Justicia.
Este artista traspasó fronteras y su Don Juan Tenorio es, probablemente, el legado más grande que ha dejado. Así que, si este año no has conseguido ir al teatro, no pasa nada, al año que viene habrá más.
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