La ruta del restaurante ‘mignon’

Hay extranjerismos justificados y uno de ellos es el de ‘mignon‘, que en francés significa ‘mono’, ‘coqueto’, ‘acogedor’, ‘entrañable’. Lo ‘mignon’ es algo más que una decoración afortunada, es un amor por los detalles y un poner el alma en las cosas. En Francia lo saben hacer, por eso empezamos este breve recorrido por los locales ‘mignon’ en el Institute Français, en su encantador Café-Bistrot. Es un café ideado para fomentar encuentros entre las culturas española y francesa, donde se puede disfrutar de desayunos y tartas caseras, pero también menús de cocina internacional a precios módicos (12 euros). Cuenta con una agradable terraza ideal para una comida primaveral, ya que de momento no ofrece cenas, ya que abre en horario de oficina-embajada. En Marqués de la Ensenada, 12.

Sin salir de la atmósfera francesa, apunten La Crêp Madrid, restaurante especializado en ‘galettes’ (crepes salados) al más puro estilo bretón, con detalles cuidados en los que un macho alfa de gimnasio quizá se sentiría a disgusto. Destacan también las creps dulces para postre, y las ensaladas con queso brie. Su ubicación también es reseñable, a pocos metros de la plaza Tirso de Molina, en la poco transitada calle de San Pedro Mártir, 3.

Y de Francia, sin perder el espíritu ‘mignon’, a Italia, en el flamante Bosco de Lobos, en el recientemente inaugurado Colegio de Arquitectos de Madrid, de la calle Hortaleza, 63. En pleno jardín del citado edificio, de líneas diáfanas, amables y modernas, el local se concibe como bar, terraza, centro de reunión y trabajo, brunch y picnic de fin de semana. La carta ofrece platos de cocina mediterránea e italiana a precios comedidos, en un espacio abierto al jardín con grandes cristaleras que aporta un toque de distinción sofisticada al centro de Madrid.

Dos últimas recomendaciones: Los Porfiados, en la calle Buenavista, Lavapiés, un local agradable que destaca por una peculiaridad: toda la comida es casera y hecha a mano. Creado por cuatro socios amantes de la cocina, se nota que es un restaurante hecho con cariño y llama la atención su ubicación en una calle con casi nula presencia hostelera.

Por último, TriCiclo, en la calle Santa María, 28, en pleno Barrio de las Letras, en donde cada plato se explica, si se quiere, con detenimiento al cliente, que puede ver incluso cómo se terminan las recetas en la propia mesa.

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