Restaurantes que tienen ‘algo’

La pregunta ¿dónde comemos? es una de las más incómodas que pueden surgir en un viaje. Pero también, de las más frecuentes, así que aquí intentaremos orientarte en tal crucial decisión. Si te gustan los restaurantes madrileños con sabor añejo, a los que van los ‘gatos’ de toda la vida, anteriores a la gentrificación de Chueca, apunta Bocaíto. Fundado en 1966, ofrece una cocina sencilla pero contundente, en ambiente tradicional, con camareros con chaquetilla blanca y ese gracejo entre eficaz, cálido y socarrón tan de aquí. No busques platos sofisticados: no los hay. Pero sí unas gambas al ajillo muy jugosas y un escalope de ternera de los que hacen afición. Precio medio/alto en un lugar con solera.

En la calle Ave María, en la zona alta de Lavapiés, se encuentra La Temeraria, un local pequeñito, agradable, con encanto, con un personal muy amable que te hará sentir como en casa. Su carta, sin ser pretenciosa, tiene platos que sorprenden, como los espaguetis negros con rape, la burrata o un pulpo que goza de notable fama. Ideal para acompañar con un buen vino, como el Viña Zorzal.

En la zona conocida como Triball, entre Gran Vía y Malasaña, te recomendamos La Tasquita de Enfrente, donde podrás degustar de dos de sus platos más reconocidos. Uno de ellos es el steak tartar, con una variedad con ternera blanca, aliñado como un ‘vitello tonnato’, que está para chuparse los dedos. Luego están sus callos, considerados de los mejores de la ciudad. Callos negros, escrupulosamente lavados, con un toque picante marca de la casa que dejan, dicen los críticos una «sensación de plenitud en la boca». Ahí es nada.

Reseñable es también el Café de París, ideal para los indecisos, pues sólo tiene un plato en la carta, su famoso entrecot cuya salsa es el mejor secreto de la casa. Elaborada en Ginebra, se envía cada semana a Madrid, y lleva un total de 24 ingredientes, entre especias, licores y hierbas aromáticas.

Buen apetito.

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