Un local, una especialidad
Hay bares y restaurantes que encuentran en un producto en concreto el anzuelo para atraer a sus clientes; una técnica tan válida como cualquier otra en el que ganamos todos. Como los que prueban las deliciosas anchoas cántabras servidas en mariposa, con su pan tostado con tomate, en La Anchoíta (calle Jesús, 4, zona Antón Martín). El local está rodeado de otros con solera, como Los Gatos, en el número 2, una especie de museo de las esencias madrileñas presidido por la figura del honorable Carlos III.
Gallinejas y entresijos. El local es, como su propio nombre indica, sin alardes de originalidad, una Freiduría de Gallinejas, quizá la más típica y auténtica de la ciudad, desde 1955. No esperes grandes sofisticaciones: aquí se come comida castiza, casquería auténtica, en su mayor parte procedente de las tripas del cordero. En la calle Embajadores, 84.
Los Caracoles, en calle Toledo 106, tampoco dejan lugar a dudas sobre su especialidad. Un local entre grasiento y entrañable, con más de cien años, para chuparse los dedos con esos caracoles que van directos de la olla a la cazuelita, con su toque picante gracias al pimiento choricero.
Si lo tuyo son las croquetas, entonces pásate por Casa Julio, cuna del croqueteo malasañero desde hace décadas, con delicias como la que combina una mezcla de quesos, espinacas y pasas. Por ellas pasaron los miembros de U2 para una sesión de fotos y contribuyeron a alimentar más la leyenda de este simpático local. En calle de la Madera, 37.
Ya sea por su especialidad —tajadas de bacalao rebozado y sin espinas— o por su historia, Casa Labra es otro local digno de visita. Fundada hace nada menos que 157 años, el local es conocido sobre todo por ser elegido por Pablo Iglesias (el del PSOE) para fundar su partido, en 1879. Detrás de la Puerta del Sol, es un local muy frecuentado, sin embargo, la rapidez y veteranía de los camareros te permiten disfrutar de su bacalao con su caña sin apenas esperas y a un precio muy digno.
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